Imagina un vasto campo de girasoles, todos girando sus cabezas hacia el sol, simbolizando la tendencia natural a seguir la misma dirección.
La escena es luminosa y colorida, con un cielo azul claro y el sol brillando intensamente en el horizonte. Los girasoles, en diferentes etapas de crecimiento, representan la diversidad dentro del grupo que sigue una misma tendencia.
Desde pequeños, nos enseñan una hoja de ruta: nacer, crecer, estudiar, trabajar, emparejarse, comprar una casa, tener hijos (o una mascota)… Esta es la norma que la mayoría sigue, mientras que solo unos pocos “rebeldes” se atreven a romperla.
¿Por qué? Por el efecto Bandwagon.
Este efecto, también llamado efecto arrastre, es un sesgo cognitivo que nos lleva a imitar los comportamientos de otros. Como seres sociales, necesitamos pertenecer, y esto nos impulsa a seguir la corriente.
¿Cuántas personas conoces que no están satisfechas con su matrimonio, trabajo, etc., pero siguen ahí? Prefieren convencerse de que “así es la vida”.
El miedo a perder a su familia, amigos o incluso su identidad social, les mantiene atrapados en una vida que no les satisface.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto con el TDAH? La respuesta es simple: si todos necesitamos pertenecer, una persona con TDAH aún más.
Desde la infancia, se sienten excluidos y buscan desesperadamente ser aceptados. Esto les lleva a imitar a aquellos que consideran “populares”, sin cuestionar si están de acuerdo con esos comportamientos.
Solo valoran sentirse parte del grupo y ser aceptados socialmente.
Como decía Virginia Woolf:
“A veces los ojos de quienes nos rodean son cárceles y sus pensamientos nuestras jaulas.”
Un ejemplo claro es la compra de una casa. Parece que quien no tiene una vivienda en propiedad está “tirando el dinero”. Ya sea por creencias familiares o sociales, la mayoría se hipoteca por veinte años para sentirse “normales” y aceptados.
Otro ejemplo son los influencers. Millones de personas los siguen por ese efecto arrastre, queriendo estar al día y formar parte de lo que está de moda. Lo mismo ocurre con los equipos de fútbol; muchas personas eligen un equipo por influencia de amigos o familiares.
Seguro que tú también tienes ejemplos de cómo el efecto Bandwagon te ha influenciado.
¿Cómo encontrar el equilibrio con el efecto Bandwagon?
Escucha y observa a los demás, pero luego utiliza el arte de pensar y cuestionar. Recuerda que la realidad es neutra y cada persona la vive según sus experiencias.
El efecto Bandwagon puede hacernos creer que la decisión correcta es la popular. Por eso, evalúa las ideas y comportamientos según lo que significan para ti y toma decisiones basadas en ello.
Si decides “subirte al carro” de una moda o tendencia social, hazlo porque realmente lo deseas, siempre con sentido crítico y criterio propio.
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